"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 29 de julio de 2009

Renombrar







A Francisco Aranguren.

Hay momentos en que el recuerdo de las figuras se borra. Como desaparecen o transmutan los acontecimientos. A veces haciéndonos dudar de si existieron o sospechando si jamás tuvieron lugar. Nos aferramos entonces a los nombres. A ciertas marcas sobre la piedra, a una estatua, a una fachada, al eco de una voz que nos ronda cuando caminamos por ciertas calles, a una chapa, a una nomenclatura. Entonces cualquiera de estas apariciones obra como revulsivo. Y se nos prende la memoria. Aquello que fue...eso que vimos...las palabras de los vecinos que escuchamos...los recorridos de ida y vuelta con la nieve y el barro por la pantorrilla...Y un estremecimiento. Nadie queda de aquel tiempo. Apenas nada queda igual en su representación física. Otros moradores, advenedizos o no, y sólo los últimos desahuciados -a punto- de la vida. Ni siquiera las calles huelen igual. Ni siquiera el suelo es el mismo suelo. Ni siquiera nosotros somos nosotros, los que recordamos. Hoy volvemos, de paso, apenas para renombrar. Las ciudades van perdiendo también sus nombres.


jueves, 23 de julio de 2009

Bird



Ícaro contiene la respiración. Crucificado por el anhelo se yergue sobre las rocas. Ya no mira hacia atrás. Aunque parece que contemplara absorto el paisaje desde su proximidad, en realidad se evade de él. El paisaje que toca con los pies no le basta. Él quiere la perspectiva. Por eso necesita volar. Acaso sea su última visión. A punto de elevarse sobre el medio no piensa en lo que deja sino en lo que va a tener ante sí. Porque él desea una visión completa. Un panorama cuya observación le llene. Le haga disfrutar. Se dispone a un ejercicio sobre cuyo alcance no tiene temor. Ni duda. Más bien le embarga la certeza. Alza levemente los talones. Respira la última brisa de una costa cuyo salitre le quema. Su mirada se proyecta hacia el horizonte. Se muestra inquisitivo, y a la vez se deja tocar por una posesión oculta. Sabe que debe atravesar el éter con las armas del tesón y de la necesidad. Sabe que no puede rehuir la tentación de comprobar el mundo, más allá del que le ha cobijado hasta ahora. Deberá cruzar zonas de vientos adversos, contraponiendo su levedad a la densidad de la materia. Deberá afrontar la furia de cuantos elementos se interpongan en el viaje. El destino es un desafío. Pero él no lo considera impalpable.


(Fotografía de Dieter Appelt)

martes, 21 de julio de 2009

Ingestión



Entonces, la sensación que el color rojo te transmite, coronado por una espuma que se va diluyendo en tu boca, y la copa que enfría tu mano, que acaricia tu garganta, que reposa en tus entrañas, sabiendo que la necesitas, que la urges, y cuando elevas la copa la miras fervorosamente como si contemplaras el nacimiento de un mineral, cuántas advocaciones cruzan tu memoria en ese instante simbólico, y qué ausencia desearías cubrir al absorber la casta del lúpulo, dándote en pensar en cómo eres tan capaz de asumir el amargor, con lo arduo que te resultaba soportar los sabores agrios, y cómo el amargor de la planta se ha transformado en distintas dimensiones para que tu paladar no lo sienta ajeno, sino para que se funda con el eco de la hiel que tus vísceras emite, o acaso es tu sentido del gusto el que ha cambiado, el que aparece más receptivo, lo que te hace dispuesto a aceptar el valor profundo que aún sigues buscando y sigues descubriendo entre la materia arraigada, lo que te hace desligarte felizmente de aquellas sensaciones tibias cuya forma y cuya ductilidad te engañaban fácilmente, y así ahora degustas lo hondo, lo que ves acontecer de sólido a licuado, lo que declama por sí mismo serenidad y aletea una solicitud apacible, por eso tu mano palpa el vidrio y sostiene la llama.

lunes, 20 de julio de 2009

Sustancia



Podríamos beber a dos bocas. Hay una esencia resguardada que acaba de ser esparcida para que el paladar se estremezca. Lúpulo, malta, trigo, cebada...la naturaleza habla y la mano del hombre elabora. Ahora se trata de disponer de la obra. Beber debe ser calmo. La sed no se sacia con el apresuramiento. La sed no se conjura con la temperatura ni con el resorte dual y traidor de la ansiedad ni con la cantidad de fluido ni con la palabra que se pretende estímulo. Decir ansío saciarme no sacia, hace aumentar la sed. La esencia es expulsada desde el recipiente y en su caída forma una aureola de espuma. Entonces la vista se enardece. Los labios se ceban de una materia mitad sólida mitad licuada. La lengua decide dónde ubicar el placer del trago. La boca, perceptiva y sabia, se sensibiliza a uno, dos, varios gustos. La garganta cede y decide. Disposición en guardia. Leve asunción de la sorpresa. Sentirse desbordado por la prueba. Bajo la espuma cortejante, la materia nutriente. Tal vez nos quedemos con ganas. Tal vez haya que pedir más.

domingo, 19 de julio de 2009

Lúpulo


Recuerdo los veranos de aquel lugar del Norte. Recuerdo la extensa huerta y la orilla del arroyo. Recuerdo aquella liana enroscada como serpiente, ascendiendo a través del tronco altivo del chopo. Recuerdo aquellos frutos rugosos, aparentemente secos, cuya textura suave resonaba al palparlos con mis dedos. Recuerdo aquellas formas apiñadas que asemejaban escamas. Luego nada supe de aquella planta ancestral. Salvo su nombre, extrañanamente enroscado en mi acervo sigiloso. Un vocablo esdrújulo que pervivió en mi mente. Como simple memoria. Memoria que arrastraba otras memorias. Ahora, disuelto en el magma, lo contemplo. Como una efervescencia que expresa la que uno lleva dentro. Mejor aún, lo pruebo. Como un luna llena. Soy el lobo. Cinco variedades se concentran. Cinco aullidos prolongados. Y un eco que no cesa. Una cuenta pendiente, tal vez. La satisfacción del juego de los sabores. Rien ne va plus... No hay amargor más llevadero. Si todo fuera así en la vida...

sábado, 18 de julio de 2009

Feísmo


No sé si ha sido casualidad o que de repente la fecha histórica se me ha cruzado en el camino. Pero al subir esta tarde por las escaleras de un palacio del siglo XV me he topado con esta fea e inaudita obra de azulejería. Por supuesto, el tema nada tiene que ver con el palacio. Y de paso diré que éste tiene una inmensa biblioteca secular que acoge desde la Biblia Políglota Complutense hasta la Enciclopedia de Diderot y D’Alembert. Y que su tesoro blindado favorito es el Beato de Valcabado, del año 970, que para sí quisieran los monjes de El nombre de la rosa, de Eco. Uno, que ha visto y tocado esos libros, da fe.

Del feísmo de esa azulejería cutre y malsana, mejor traer el refrán de no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. ¿Podría tener algún aprecio un escudo labrado a sangre y fuego? Pero, por si no se creen que aún queden huellas tan funestas, la foto y yo somos testigos.

viernes, 17 de julio de 2009

Fireball




Apártate.
Que la máscara de fuego
no suplante tu mirada.


No te apartes.
Que mis ojos sean hendidos
por lo profundo de ti.




(Fotografía de Connie Imboden)

martes, 14 de julio de 2009

Yuri



Aquel mediodía de verano Yuri Zelma se asomó de manera precipitada a un espacio exterior y ya no regresó. Sus padres buscaron por toda la casa y por los alrededores. Recorrieron todas las estancias. Registraron los muebles, golpearon las paredes, levantaron la madera del suelo, sin obtener pista alguna de la niña. El armario de su cuarto no estaba descolocado ni había ropa tirada ni se echaba objeto alguno en falta. Subieron al desván, donde en ocasiones Yuri Zelma se refugiaba durante largas horas, practicando su vida interior. La claraboya permanecía sujeta, permitiendo el paso de una ligera ventilación. Por más que apartaron cachivaches y forzaron baúles, el esfuerzo fue baldío. Abrieron de par en par los establos, la caseta de las herramientas, el garaje. No encontraron rastro de ella. Preguntaron a sus amigos. No hallaron respuestas. Nadie le había visto partir. Nada había alterado el ritmo habitual de aquella mañana anodina y tibia. Inspeccionaron la huerta con escrupuloso cuidado, buscando bajo las higueras y entre las alineaciones de alubia verde, atravesaron el tinglado de lúpulo, incluso vaciaron el agua del pozo desde el que se repartía el riego por toda la finca. Miraron con atención los árboles más fondosos, se metieron entre la espesura de las zarzamoras y de las endrinas, pobladas de espinos, por si se le había ocurrido ocultarse entre ellas. Entre varios vecinos batieron los ribazos del riachuelo que bañaba los límites de la finca. El arroyo apenas cubría y se descartaba con facilidad cualquier desgracia. Era tan extraña la situación que la familia y los vecinos seguían pensando que Yuri Zelma estaba allí dentro. Tal vez escondida en algún hueco que pasaba desapercibido. Riéndose de ellos, incluso escudriñándoles desde algún altillo. Las últimas palabras de Yuri, intercambiadas con su madre y sus hermanos, seguían presentes como si se acabaran de pronunciar. De tal modo que más que inquietud, lo que sentían era perplejidad y hasta un enfado benévolo contra la desaparecida.



(Fotografía de la irlandesa Lucy Nuzum)

lunes, 13 de julio de 2009

Partición





Dulce es su fruto en mi boca...

(El Cantar de los Cantares)


Tal vez la mitad de una manzana no sea una parte, sino el todo.
Y no haya interior y exterior, sino la imagen dividida.
Las imágenes partidas nunca representan el todo, tampoco la parte.
Son sólo extravíos que acontecen cuando los objetos se buscan.
Ni en la oscuridad ni en el silencio la materia pierde su forma.
La materia no deja de ser, simplemente porque desde este lado no la contemplemos.
Con mayor razón a veces se convierten en duda ante las miradas que no saben mirar.
Ante aquellas que desean respuestas fáciles, que justo son las improbables.
Quien busca sus medidas busca lo irrecuperable .
Porque las medidas no representan sino la ficción.
No midáis nunca, no fechéis, no machaquéis con cifras.
No apliquéis la aritmética a lo cambiante de la vida.
Sería negar su propia esencia.
No es que adultere las formas de los cuerpos, sino nuestra capacidad de acceder a ellas.
Las formas se encuentran en el infinito, justo lo que jamás tocaremos.
Y es probable que lo convexo y lo cóncavo se miren en el espejo del deseo recíproco.
Ni una se siente el todo ni la otra se percibe la mitad.
Sino sólo el instante de la partición.
Donde siempre otras particiones son posibles.
O acaso es la luz, la luz que todo lo abre, la que todo lo fracciona.
Incluso para los ojos torpes y la mente que no desea saber.
Lo profundo se abre y lo superficial torna al éter.
Quien no sabe esperar no degusta el fruto de la sorpresa .
No cata la dimensión de la forma irrevocable de la vida.


(Eric Kellerman fotografió)

domingo, 12 de julio de 2009

Post de las preguntas




De qué manera me rozó
el relámpago de su palabra desmesurada?

Fue en un otoño triste
o bajo una tormenta de sonrisas?

Estaba dentro de un útero
o cogía caracoles tras el aguacero?

La sentí crecer entre las nubes
o en una tarde fría sobre un pupitre?

Pasó cegadora ante mis ojos
o aquella niña se me cruzó y caí?

...Y si acaso arrancó impetuosa
desde unas páginas con garabatos?

Sentí el feroz destino de los hombres
o la espina angelical del pez?

Era lluvia o fuego o lágrima
o la sangre incandescente que fluía?

Llenó mi océano
con la furia de su oleaje colérico?

Me sentí capitán
o demasiado herido por un amor incauto?

Desparramó su sal
sobre mi rompeolas de vidrio?

Fui feliz o apenas el esperma
que cae sobre la piel de las vírgenes?

Por qué no salvó a España
de sí misma?

Cuántas preguntas se responden
en el paladar de las bocas amargas?

...Y si todo solo fuera
un instante al que luego llamamos poesía?



(En modesto homenaje a Pablo Neruda, que hoy cumple 105 años, y seguirá cumpliendo todos los necesarios. Lo siento, no reniego de la parte del poeta chileno que llevo dentro)

jueves, 9 de julio de 2009

Silabeando





Lasitud de los dedos

huellas de caricias
en sus yemas

una señal

un trazo que salpica gotas de ti

la entrega a una hoja de cuaderno
en blanco
para escribir nuevas letras

silabeando
un nombre


(Fotografía de Aira Manna)

miércoles, 8 de julio de 2009

Aforismos in-videntes



No permitía que le impidieran la visión. Prefería equivocarse por sí mismo.

Siempre que le mostraban algún paisaje, él merodeaba a distancia para asegurarse de que el paisaje existía.

Aun cuando el paisaje fuera un paisaje probable, no se sentía propenso a mirar en su dirección. No se fiaba, temiendo que solamente se tratara de un trampantojo.

Lo que más le preocupaba era no saber mirar. De niño se subía a lo más alto y frondoso de una hermosa higuera. Acariciaba los frutos, cataba las brevas, reclinaba su espalda en las ramas más cómodas, frotaba la aterciopelada rugosidad de las hojas. Cuando alguien le llamaba abandonaba a todo correr el árbol. Tuvo que esperar unos cuantos años y a hacerse adulto para comprender el significado de la higuera.

Había mañanas en que, al despertar, no quería abrir los ojos. El sueño le sujetaba y volvía a tirar de él mostrándole otros rostros del mundo. Pero lo que realmente le aterrorizaba era encontrarse con el conocido y monótono paisaje de todas las jornadas.

En una de sus crisis decidió hacer meditación. Al dejar de contemplar lo exterior, se creía ausente de las acechanzas. Al desconectar de las obligaciones, presumía de la libertad. Al permanecer vacío su pensamiento, se veía puro. En su introspección, a la ausencia de colores la percibió como luz. Pero la luz, aunque ilumina las estancias huecas y alejadas de la mente, es tibia si no puede poner cromatismo en las vidas. Y no supo mirarse en la profundidad de sí mismo.

Cuando le recomendaban que no abriera los ojos para no tener que ver las tentaciones del mundo, él juntaba las palmas de la mano y se asomaba a través de las rejillas simuladas de los dedos.

Le pusieron una venda en los ojos para que no presenciara el acto fatal y el desenlace final, ni a quienes le iban a ejecutar. Vendado y maniatado, sus verdugos no pudieron impedir que viera con toda claridad y precisión su propia muerte.

Siempre odió que alguien llegara por detrás, le tapara los ojos y le preguntara ¿quién soy?. Para él se trataba de una rendición desigual y sin saber previamente del enemigo que graciosamente pretendía acercarse a sus trincheras.

Para él, mirar era comprobar. Había mirado tantas veces los objetos móviles e inmóviles...y otras tantas los objetos se desvanecían...

Los tiempos modernos alzaron el telón de las prohibiciones y creyó que el tan deseado momento de la claridad había llegado definitivamente. Ya nadie le ponía la mano delante de los ojos. Sólo tenía que sortear algunas bagatelas...tales como la publicidad, lo mediático, la exaltación de la moda, el control informático, los créditos hipotecarios, las promesas electorales y el reparto de influencias.



(Fotografía de Katia Chausheva)

lunes, 6 de julio de 2009

Las maletas de lejos



¿La vida en una maleta? Incluso las vidas. La capacidad de pensamiento se manifiesta hoy día en relación inversamente proporcional a las exigencias del mercado. A veces da la sensación de que sólo generan "ideas" las vertientes deportiva, especialmente la futbolística, publicitaria, demagógica o de ocio vacacional. Atados de pies y manos el público, la masa o la idiota clase obrera (elíjase el epíteto adecuado a su talla) se entregan sin fisuras a ser reconvertidos como moneda de cambio del dinero y de las inversiones bursátiles de los eternos violadores de almas y de cuerpos. A precio marcado por el mejor postor, su destino es el de siempre: las andanadas mercantiles. Así que aquí no pasa nada, déjense de historias. Crisis es un término prostituido, inexistente. Nada hay que no haya sido. O dicho de otra manera, pasa lo de siempre. Cuando se necesita mano de obra hay que tirar de ella; cuando no se la necesita, hay que arrojarla a los muladares del momento histórico. Y que los pequeños menestrales, industriales menores y artesanos modestos no se crean a salvo de esa manipulación descarada que ellos mismos han aceptado cuando había negocio para todos. También están pagando las consecuencias. Impregnados en su ideología sin pensamiento, carne de cañón del fascismo más recalcitrante y burdo, son incapaces de afinar la puntería contra los causantes de la situación. Es imposible. Su modelo son los peces grandes, aunque jamás pasarán de anchoas. Están a las migajas. Pero, ¿por qué también los asalariados? Por miedo, por el plato de lentejas sin condiciones, por servilismo, por obtusa necedad, por el deslumbramiento de un modelo de consumo absolutamente rapaz y desmedido, por haberse dejado atrapar en las redes de las hipotecas y los créditos. En definitiva, por la rendición del pensamiento y la ausencia de la acción. Pues bien, paguen las consecuencias. ¿Caben todas esas vidas y todas esas rabias en un par de maletas? En esas maletas cabe mucho. Muchas frustraciones, muchos olvidos, muchas maldades, muchos errores, muchas ambiciones y demasiada estupidez. Las maletas vienen de lejos. Como las vidas. Mejor no abrirlas. ¿O sí? Y vuelta la burra al trigo.

domingo, 5 de julio de 2009

La creación de la burbuja


Si el niño supiera que una pompa es una pompa es una pompa...Lo sabe. Y como lo sabe no se dirige a ella como si se tratara de una bola de cristal. El niño no necesita ésta. Se conforma con la pompa. Cada gesto, cada maniobra, cada acto hábil es una creación. Acaso algún día desee consultar la bola mágica o vivir en una burbuja, pero ambas actitudes, además de inútiles, le privarían de su propia genialidad. Porque la genialidad no es otra cosa que la realización. Y antes le ungirá la capacidad observante, la receptividad ilimitada y el ejercitar continuo. El niño empieza a vivir la vida como un juego, aunque ya es más: una prueba. Las acechanzas se confirman día en día en un aprendizaje dual y contradictorio. Se desliza por la frontera entre lo divertido y lo obligatorio. Caos y orden ya se manifiestan en origen y van a estar presentes toda su vida sin que a priori se sepa qué sentido va a incidir más en su personalidad. Probablemente, el desarrollo de ésta sea un mestizaje y una pugna entre esos dos conceptos antagónicos, ¿o tan solo complementarios? El niño practica las pompas para lograr el efecto. No sólo se interesa por el artefacto y por la propia técnica resultado de su acertado soplido. Se entusiasma con el resultado de una ficción. Pero quien diga que con ficciones no se vive, olvida. Olvida su pasado, olvida que, de alguna u otra manera, sigue llevando dentro el niño.

sábado, 4 de julio de 2009

Intercambio



Dice Clarice Lispector...¿Amor será regalar uno al otro la propia soledad? Es la cosa más profunda que podemos dar de nosotros.

Dar la soledad. Intercambiarla. No entregar vacíos, eso es otra cosa, tal vez lo contrario. No conceder silencios hueros, sino renunciar a ellos. Acaso sí la cálida expectación, como forma de recepción mutua. En cada intento se abre en canal el pecho. ¿Qué puede ofrecer un pecho abierto a otro que se abre también? La mirada. El sentido. La disposición. La escucha. Y en lo más profundo, como queriendo salir y no salir, esa expresión de lo que somos y no somos. La soledad, que habla queda. Que conduce fluida y reservadamente la esencia del amor.


(Fotografía de la artista iraní Shirin Neshat)

jueves, 2 de julio de 2009