"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 30 de junio de 2015

Agua ( de κάνθαρος )




Dame unos sorbitos de agua./ Agua con peces y barcos, agua, agua, agua, agua, imploraba el gitano del poema de Federico en Romancero gitano. La canícula me hace recordar nuestros botijos de infancia (mi madre me compraba cada año por estas fechas un rallo nuevo),  la humedad fría del pozo y la botella de agua envuelta en trapos húmedos a la fresca del atardecer. Recursos de un tiempo aún sin neveras ni frigoríficos en las casas alquiladas. Así que ahora que miro uno de los cántaros que tengo para mi recreación visual y estética (¿hay algo más estético y humano que un cántaro?) pienso en el agua imprescindible, en el vino necesario y en la etimología de la palabra. κάνθαρος. Una etimología que los griegos actuales valorarían más en el sentido del poema de García Lorca. La poesía siempre nos recuerda que en la Tierra hay algo más que los elementos físicos. Y no me refiero a los dioses ni a los héroes. Sino a los anhelos, las aspiraciones y las esperanzas. Por eso la poesía que vale debe cantar a los sueños, como hacía el gitano del poema. Los griegos de hoy también se lo merecen.

(El cántaro de la fotografía salió hace muchos años de un alfar de Priego, Cuenca)



lunes, 29 de junio de 2015

Aturdimiento














Miro el mapa hacia el Este del continente y me aturdo. Allá, entre dos mares del mismo mar, una península agreste y una pléyade de islas parecen ir a la deriva. Te juro, y eleva Walden el tono de voz, que no soy capaz de tener un criterio firme. No puedo entender. Veo claras a medias las razones que llevan a las partes de allá y de acá hacia el sufrimiento de la población. Pero me irrita precisamente eso, que las razones causen la desgracia. No sé interpretar los movimientos de la partida de ajedrez. Entiendo la rebeldía de unos pero no es seguro que los aprendices de gobierno controlen el timón. Tal vez alguna vez, hace muchos siglos, prendiera allí un modelo de sabiduría avanzada para su tiempo. No sé qué queda de aquella, de la misma manera que es obvio que aquellos griegos ya no existen. Lo que habría que evitar es que los griegos de ahora no acaben arruinados del todo, como sus ruinas. He escuchado el desahogo de Walden, sólo añado: imagina, si tú estás aturdido cómo tienen que estar aquellas gentes en las que se ceba el hierro de la economía al uso. Ambos nos hemos quedado en silencio. Nos da vergüenza expresar opinión. Y en el fondo, nos sentimos tremendamente insolidarios. ¿No será que a los demás europeos nos preocupa lo que sucede allí por lo que nos pueda pasar a nosotros?, apuntilla Walden.



(Fotografía de  Yannis Behrakis, de la agencia Reuters, publicada en El País)


domingo, 28 de junio de 2015

Farewell, Patrick



















Emma Peel y John Steel practicaban un erotismo de sugerencia y de aproximación ambiguo. Nunca supe en mis años adolescentes qué vengaban y de quién. Jamás vimos algo explícito entre ellos pero, aparte de la trama sostenida de cada capítulo, esperábamos siempre un plus amoroso más definido. No lo vimos o no lo percibimos con nuestros ojos semi inocentes. Naturalmente uno seguía la serie Los vengadores porque toda trama policíaca de cierta calidad conllevaba intenciones que no captábamos pero que sí nos rozaban y nos cautivaban. No sólo a los jóvenes de la casa, también a mi padre, que siempre estaba abierto a otras culturas. La flema británica, tan explotada en el cine, añadía ese toque de humor y de ironía en unos tiempos que en nuestro país no sobraban precisamente. Patrick Macnee, que murió el jueves, se merecía le enterrasen con el bombín y paraguas de John Steel, su personaje vengador. Al enterarme me he preguntado por reflejo qué habría sido de Diana Riggs, la mujer intrépida y bella que encarnaba la compañera investigadora de John Steel. Wikipedia me dice que vive y no me resisto a traerla aquí en sus dos edades...Lo siento Patrick/John, ¿creías que tu muerte no iba a traerme la memoria de ella? 







sábado, 27 de junio de 2015

Abscesos















Tal vez la Historia de la humanidad, entre otras muchas historias, sea también la historia de sus propios abscesos. Los efectos sangrientos de sí misma que se han manifestado a lo largo del tiempo vienen dados por la acumulación purulenta de sus ideas más dogmáticas. Pasan siglos y algunos no se enteran de que la fe ciega es una actitud destructiva que no tiene nada que ver con el pensamiento abierto. Incluso se permiten desdeñar y condenar a éste. Pero los que, agazapados para el logro de sus intereses, sí saben de qué va su negocio de muerte distinguen perfectamente. Y saben que los dogmas sirven para controlar los rebaños respectivos y tener los prados solo a su disposición.Todo vale porque la barbarie no es solo el medio sino sobre todo la meta. Hoy se ceban con las vidas ajenas los dogmáticos de una determinada palabra que ellos llaman grande en sus labios, ayer fueron otros con palabra análoga que pretendían sagrada con diferente lenguaje. Nada más. Mas la pluralidad no radica en la apariencia de las palabras sino en el razonamiento y la concesión de los argumentos libres. Los defensores de los dogmas no han querido entender jamás esto. Y sus respectivas clerecías, unas activas con sus particulares violencias, otras en la retaguardia pero armadas también de su ceguera velan y procuran para que los hombres no puedan ser jamás felices.



(Fotografía de Keith Carter)



viernes, 26 de junio de 2015

Agresividad

















Las formas que adopta la agresividad son infinitas. ¿Qué garantías tenemos de que los agresivos orales de hoy no sean agresivos en toda su plenitud física mañana? Hoy se descalifica al que piensa diferente y mañana se le obliga, con todas las consecuencias, a que piense como tú. Pregunta de Perogrullo. ¿De qué elemento disponen muchos personajes humanos para llevar a cabo su dialéctica belicosa? Del Poder. Poderes relativos y menores que aspiran a fraguar poderes absolutos. Desde la antigüedad ya parida y aún recurrente hasta la viscosidad verbal de hoy día de cierta emergencia política que cree descubrir el universo -el abstracto, no tanto el de la razón- tras terminar sus carreras universitarias. Así no se puede ni se debe ir a ninguna parte. Ya hay bastante visceralidad inútil y disgregadora en este mundo. Eso diría yo a los aprendices de brujo, se irrita Walden.



(Fotografía de Lee Jeffries)


jueves, 25 de junio de 2015

Alivio













Llegados a la conclusión de que el cuerpo si no da guerra es que ya de por sí proporciona felicidad, ¿no es un alivio a mayores disponer de una buena novela a la que aún no hayas hincado el diente, porque la tenías aparcada sin que nadie te hablara de ella?, me sorprende Walden. Nos conformamos con poco para sentirnos aliviados, le respondo. Yo diría más bien, me corta él, que somos exigentes y, sobre todo, insaciables. 



(Fotografía de René Groebli)


miércoles, 24 de junio de 2015

Agazapados












Suele decirse que el mal se agazapa. El mal, la malignidad, los malignos. Otros nombres más precisos: la enfermedad, la carencia, la deslealtad, la traición, el crimen. Pero, ¿acaso no se agazapa el bien? ¿Es que acaso uno de los dos opuestos va siempre de frente mientras el otro prepara la celada? Estas figuras literarias, que se pretenden morales, readaptan su medio físico a la imagen que les interesa dar de sí mismas. Nada hay agazapado ni descubierto perpetuamente. Lo recóndito es el territorio llamado hombre, que unas veces se muestra erial y otras la ciudad del sol. Pero en terreno yermo se ocultan formas de vida ricas y complejas que a primera vista no se aprecian. Y a su vez en espacios ocupados las apariencias felices disimulan lo torticero. ¿Quién puede asegurar que vive siempre dando la cara de bondad y no oculta cartas maliciosas? Somos seres agazapados. Es una constante temporal y de comportamiento. Nos desbordan circunstancias, previstas o no, que nos obligan a dar pasos atrás mientras titubeamos al darlos hacia adelante. La palabrería, los modales, las formas aquiescentes y una exhibición fingida de sensatez refuerzan lo oculto de nosotros, aunque parezcan maneras adoptadas para demostrar seguridad y franqueza. 

Walden no ha debido dormir bien o acaso se ha despertado muy pronto para hacer este discurso. Por cierto, dice, ¿hay alguien que viva más agazapado que un poeta? Un místico poeta, le respondo yo sarcástico.



(Fotografía de Daido Moriyama)


martes, 23 de junio de 2015

Aquí kilikikí





Ay, el viejo juego entre el kiliki y el niño. Qué nostalgia, qué recuerdos, qué reflexión sobre la propia psicología infantil. Qué pavor. ¿Cuántos niños entendían el acecho del kiliki? ¿Cuántos resistían el embate y la carrera del perseguidor? Aquellas vejigas de cerdo que en las ventas se rellenaban de manteca (una vejiga no deja de ser un globo) también se cargaban de aire. Ese era el arma que esgrimía el feroz kiliki. El susto y el pánico de los niños no era tanto por el vergazo que nos metían como por aquellos personajes grotescos que se ponían en acción contra nosotros. Y Caravinagre, ése es el nombre del personaje que vemos, era el peor de todos sus secuaces. Hablo en pasado, por lo que me toca. Ignoro si con el auge de nuevas realidades virtuales y tecnología de uso cotidiano los niños de ahora se verán afectados o pasarán de los kilikis. 

Cartel sencillo el de los Sanfermines de este año, que me llama la atención por dos cosas. Una, que el tema taurino  -eje de tales celebraciones-  no aparece para nada. Otra, que el argumento protagonista es la complicidad entre el niño y ese ser que le trae a mal traer. La burla del niño sombreado es real. El juego reside precisamente en eso: los niños provocan a los kilikis para que estos se revuelvan y corran tras ellos. Aquí, kilikikí, con el palo no con la verga sí, gritábamos desaforados. No hay derramamiento de sangre, en algunos casos sí de lágrimas y derroche de espanto. Conclusión: he aquí cómo la sencillez de intención y de dibujo puede dar un tono de calidad a una imagen. Un handicap: salvo los nativos, pocos entenderán de qué va la historia. Puede que sacar encierros, corredores y toros en un cartel, como otras veces, parezca que venda más, pero a estas alturas de la historia el producto Sanfermines ya está bien vendido. A mi modesto modo de ver, un acierto el cartel. ¿O será porque me veo reflejado una vez más en el niño que hace burla al terrorífico kiliki?




lunes, 22 de junio de 2015

Contra feísmo ¡ingenio!




Me entero de que el cartel de las Fiestas de León, que tienen lugar por estas fechas (cartel que no me da la gana poner aquí por lo feo que es y la falta de ingenio que tiene, así que no es éste que encabeza el post), ha suscitado no ya rechazo sino un cúmulo de carcajadas y vergüenzas ajenas entre los propios pobladores de la Legio VII Gemina. Pero lo bueno de lo malo y de lo abominable es que puede suscitar su opuesto. En este caso la capacidad ingeniosa de un montón de gente que ha salido al trapo de la llamada de un denominado Frente de Liberación Visual Ciudadano  -¿dónde se apunta uno a ese ente más tangible, desde su invisibilidad, que todos los que emergen competitivos y flácidos por el mediocre panorama político del ruedo ibérico?-  que en poco tiempo ha materializado una capacidad de ingenio y de creación que para sí quisieran los surrealistas.

No os perdáis todos y cada uno de los carteles alternativos  -que no verán la luz oficial pero sí la humana que propician las redes sociales-  que tienen ingenio, coña, recoña y sensibilidad creativa. Como el que he seleccionado, que podría haber sido otro, pero que me gusta por su iconoclastia. Contra el feísmo y la barbarie, plástica o verbal, hay que proponer la imaginación y la disidencia. ¿Será desde esa reacción desde la que podrá reinventarse si no el arte siquiera algo que se aproxime al rescate de esa parte de la belleza llamada ironía y humor? Porque si al menos se reconquista el buen gusto, el sentido y algo de calidad me doy por satisfecho; iríamos por el buen camino. El FLVC puede estar haciendo historia si se consolida. 

Dos enlaces.

https://www.facebook.com/events/509733372525661/

http://tamtampress.es/2015/06/19/que-no-te-gusta-el-cartel-de-las-fiestas-de-leon-revelate-y-haz-uno-tu/

NB. El bisoño timoner del partido tradicional de la socialdemocracia española (hay otro nuevo en plan emergente que le disputa el espacio y la escasa imaginación al viejo) ha tenido también ayer uno de sus días gloriosos. ¿Qué piensa el FLVC de la puesta en escena de esa macrobandera macromonárquica y macrosistema que salía en los noticiarios de espaldas al líder macrosocialista en plan campaña electoral de los USA? No veo nada nuevo ni ingenioso en el panorama de los que buscan medrar, perdón, quise decir regir la unidad de destino en lo universal.






domingo, 21 de junio de 2015

Advenimiento solsticial





















Desde antiguo, los hombres de este hemisferio decretaron que era verano. Los astrónomos más ancestrales, que seguían meticulosos la posición del sol llamaron solsticio a la ubicación del potente planeta en uno de sus trópicos. Más allá de la denominación al uso, los trabajos, los días y los hombres se han ido acoplando a lo largo de los siglos para la obtención de los frutos de la tierra. Y consecuentemente, para la supervivencia de ellos mismos. Las damas Messidor, Thermidor y Fructidor están por delante con rostros amables o relajados, sus ofrecimientos generosos  y las poses alegóricas que el calendrier de la Revolución Francesa diseñó para la ocasión. Hoy casi nadie se acuerda de esos nombres y en el ruedo ibérico ni suenan. Pareceré blasfemo, pero tal vez el comienzo del estío es también el principio de la agonía cíclica de la naturaleza, aunque exteriormente nos muestre exuberante sus frutos, la bondad del clima y la previsión de un tiempo para el asueto. Por supuesto, todo dura lo que dura y la naturaleza avanza a su aire, de momento. Cada vez se alzan más voces fundamentadas sobre la sentencia de muerte que nuestra especie puede estar dictando sobre la Tierra. ¿Cuántos solsticios nos quedarán?



(Messidor, del calendario republicano de la revolución francesa)


sábado, 20 de junio de 2015

Asignar

















Vienes asignado a este mundo. No ya por la información secreta que coincide en lo que has llegado a ser tú a través de tus progenitores que a su vez llega desde otros progenitores. Nazcas en un continente deprimido o en una nación atendida, el primer cuerpo parece igual; tal vez es igual. El segundo cuerpo, aquél que va a sobrevivir en pocos días en condiciones de riesgo o de seguridad ya no va a ser el mismo del primer impacto de tu caída en el mundo. Si recibes protección y garantía desde el primer momento y parece que se va afirmando pertenecerás a los elegidos. Si la deficiencia y la peligrosidad del medio te devoran como hijo suyo tus días están contados o, si sobrevives lo harás en condiciones limitadas, demediadas. Salvado el primer estado de caída a la vida, impuesta la supervivencia, la asignación de los cuerpos sucesivos que vayas a tener se van a desplegar como abanico. Y el tercer cuerpo, superado lo perentorio, las condiciones sine qua non, tendrá el rostro diverso o monolítico de esa asignación colectiva llamada cultura. Todo eso denominado familia y su modelo, la enseñanza y el aprendizaje, las estructuras tribales y supratribales, la religión, las pautas y conductas de dependencia múltiples, el don del pensamiento personal. Este tercer cuerpo es con el que vas a vadear para bien y para mal toda tu vida. Algunos tampoco sobreviven al peso y los desgastes a que somete. Otros se crecen a través de los entresijos y las trincheras de su campo de batalla. Ejercicio para un rato libre: piensa qué cuerpo tienes conformado según avanzas en edad y en tragaderas, si bien los años no garantizan aceptar la asignación. Si eres de los que no se dejan imponer, disfruta con tu cuerpo rebelde.



(Fotografía de Daido Moriyama)



viernes, 19 de junio de 2015

Afonía




Más que estar falto de voz, lo estoy de palabras adecuadas. Porque ¿qué puedo decir cuando leo lo que la poeta y bloguera Sofía Serra cuelga hoy en su blog El cuarto claro? Ella no nos pide tampoco que digamos nada, sino que hagamos algo.






jueves, 18 de junio de 2015

Abreviado












Al difuminarse la acción de la escena y apagarse las últimas palabras solo permaneció en el hombre un estremecimiento que le agarrotaba. Después únicamente le esperaba la soledad de la vida cotidiana insatisfecha.



(Fotografía de René Groebli)


miércoles, 17 de junio de 2015

Arácnida





















Te he contado alguna vez que es frecuente que sueñe con mi padre, ¿no?, salta Walden. Pues bien la otra noche mis horas de sueño se partieron en dos fases. En una tuvo lugar de nuevo un encuentro con mi padre; fue grato y cómplice, diría incluso que él parecía otro. Menos severo, más juvenil, más iconoclasta. Pero mi sorpresa fue que en la otra parte de la noche soñé con un sobrino, niño, con el que paseaba por caminos no explorados. Yo le decía: vamos a buscar la senda de los nidos de araña. Y me respondía: ¿daremos con ellos? Creo que me contagió la excitación por la búsqueda y que aunque no acabábamos de llegar hasta los nidos el sueño fue un diálogo donde unas veces las preguntas las hacía yo y respondía el niño, y a la inversa. No, dice muy serio Walden, los sueños no son sino acción que se traduce constantemente en palabras. Creo que en ellos la palabra resulta aún más poderosa que a este lado del sueño. Yo no me he atrevido a contradecirle, ni a ponerme en plan Jung o en cátedra Freud para sugerirle que su sueño de la otra noche no era sino una balanza donde se pesaba lo pretérito en un platillo y el futuro en otro. Porque ¿y si precisamente el fiel de esa balanza resulta ser la palabra? Como si me hubiera leído el pensamiento, Walden concluye, dado como es a extrapolar imágenes que a veces solo él entiende: la vida es una telaraña que no vemos.




martes, 16 de junio de 2015

Aviso












Me asombro por la cantidad de gente del entorno que se ha suicidado, dice Walden. Algunos avisaban y pregonaban que lo iban a hacer y al final parecía que fuera el cuento del lobo; hasta que dejaba de serlo. Otros constituyeron una sorpresa: lo inesperado de su propio secreto; de un día a otro, de una madrugada a otra. Otros, ni podríamos haberlo intuido porque su desenfado habitual era una cortina de humo que nos impedía llegar al fondo de ellos. Cada uno de los que se han aplicado la solución final se llevan consigo el misterio de la vida que les superó por el lado negativo. No me considero ni juez ni moralista. Tengo dudas de que el suicida que se propone serlo y lo intenta alguna vez, aun sin gran convicción, dimita de su intención; más bien se reafirma porque su discurso interior no se detiene. En algunos casos cercanos, prosigue Walden, se advertía su lento abandono, su descreimiento más agudo sobre las emociones que podrían haberles compensado. Una vez me llamó F., amigo que había sido íntimo pero al que no veía desde hacía algunos años. Me comunicó su decisión y a la vez se reía de la situación. Puede ser calificada de cualquier modo, menos de absurda, llegó a decir. Le propuse ir a verle, que hablara una vez más conmigo. Pero él me exigió que, por favor, no interrumpiera sus planes. No, no tengo mala conciencia de lo acotecido. Aunque pensé luego muchas veces en sus motivos definitivos no di con ellos. Fue muy simple y claro aquella noche. No te metas, me dijo. Esto que tengo que resolver a las duras es un asunto entre el otro que me corroe y el yo que no acierta a seguir. Fui respetuoso con su opción y, créeme, amigo, cuando un adulto consecuente que ha tenido una vida rica en experiencias y saberes te lo cuenta así, tú estás por debajo. No eres quién para hacer nada por evitarlo. Eso sí, cumplí su deseo último de arrojar las livianas cenizas sobre el páramo inhóspito a donde le gustaba tanto acudir en sus recurrentes desolaciones. Aquella tarde hacía mucho viento y el polvo del muerto se revolvió contra los deudos. 



(Fotografía de René Groebli)


lunes, 15 de junio de 2015

Adversos












Adverbios, adversos. No siempre. Hay armonía unas veces. Hay rechazo otras. Tienen sus territorios. No se puede, por ejemplo, estar aquí y allí al mismo tiempo. Aunque las nuevas tecnologías nos permitan un regateo. Yo, aquí, me comunico contigo, allí. Una práctica cotidiana, real, que no cubre la acción física total pero que aproxima. ¿Aproximar es estar? De alguna manera lo es. Los pasos humanos han ido descubriendo formas nuevas de establecer comunicaciones relativas, pero ¿quién puede aseverar que no son efectivas? Como poco, refuerzan la imaginación, que antes siempre era más primitiva y fantástica. También refuerzan vínculos, donde acaso lo imaginario puede sustraerse o apañarse con otras reglas. Siempre el riesgo de que las figuraciones personales se rebajen para dejarse llevar por el estereotipo de las imágenes que vuelan por las redes de la teconología. Por el contrario, un estar físico tangible, in situ, ¿garantiza que llegamos más los unos a los otros? Yo estoy aquí y tú estás aquí, pero ambos estamos distantes. Adverbios, hacia la palabra. Complementando la sintaxis de la gramática de la vida. Ad, hacia, yo tiendo a...¿a dónde? A precisar dónde estoy o cómo o en qué tiempo. A matizar de qué manera salvamos vacíos o estamos a punto de caer en ellos. Exquisiteces de la evolución de la lengua. ¿Sólo del lenguaje?  



(Fotografía de Garry Winogrand)


domingo, 14 de junio de 2015

Adverbio de posesión















Siempre. Adverbio de tiempo, dicen las autoridades de la Lengua. De todo el tiempo pero, sobre todo, de nuestro tiempo, dicen ciertos personajes propietarios. Siempre como queremos nosotros que sean las cosas. Y las vidas ajenas. Siempre nuestras. Siempre la finca. Siempre organizando, trazando, beneficiándonos, enriqueciéndonos. Siempre que, aunque vaya mal o vaya incierto o vaya injusto el camino del país, que sea nuestro. Nuestro todo. La hacienda, la casa, el caballo, la pistola, decía el poeta zamorano de aquel dictador de infausta memoria que vino a salvar, a costa de sangre y fuego, a los inicuos. Pues eso, siempre nuestras la hacienda, la casa, el caballo y la pistola para llegado el momento. Siempre, ¿adverbio de tiempo? ¡Adverbio de posesión! Hay que ver. Allí donde los de siempre han sido desalojados de ciertos mandos y relativas gobernaciones de pueblos, ciudades y villas, qué mal se lo han tomado. Ni en el acto formal de cesión de poderes han querido estar presentes algunos alcaldes de nefasto recuerdo. En cierto caso próximo que conozco no han desaprovechado la ocasión los representantes de los de siempre, en el primer pleno municipal, para meter miedo, acusar de manera turbia e infame y sembrar sospechas sobre el talante democrático de los demás. De los que ni son ellos ni como ellos. ¡Ellos! Los hijos y nietos de aquellos de siempre. ¡Ellos! Los que se han corrompido y endeudado municipios. ¡Ellos! Que no pueden vanagloriarse de ser demócratas si la democracia no es sólo exclusividad suya. Qué triste. ¿Quién dice luego que no hay dos Españas? Y, sin embargo, ¿se podrá caminar de la mano, sin que una sea traicionada otra vez por la otra?  



(Fotografía de Saul Leiter)


sábado, 13 de junio de 2015

Adverbios

















Hoy es siempre todavía. Nunca tantos adverbios seguidos definieron el presente de la vida con tal precisión. El proverbio de Machado me reconcilia con los efímeros adverbios de tiempo. Sin concesión a la soberbia y a la necedad en que nos enrocamos con la idea obsesiva de vivir solo para el futuro. Fortalece también el vínculo con los adverbios de lugar, todos aquellos matices que expresan el quebradizo espacio físico que ocupo. Más allá de los adverbios pienso que tampoco yerra Novalis: El mundo es la suma del pasado y de lo que se desprendió de nosotros. Me pregunto si lo que se ha ido desprendiendo de mí mismo poco a poco, entre adverbios de tiempo y adverbios de lugar, habrá sido provecho o despilfarro.



(Fotografía de René Groebli)


viernes, 12 de junio de 2015

Miedo de mentira




Mientras tú nos metías miedo, tratábamos de que no nos afectara mucho cuanto nos asustaban otros. Pero ¿no fue una suerte ese intento de convertir el miedo solo en cine? Fuimos unos privilegiados, aunque no todos, en el solar en que vivimos. Las películas no de ficción que han tenido lugar en el mundo durante las últimas décadas no solo asustaron sino que hicieron correr sangre real de millones de humanos. No fueron efectos especiales y, si no, que se lo pregunten por ejemplo a los vietnamitas o camboyanos, por citar un par de casos extremos del más terrible vampirismo de las políticas occidentales y de los caciques locales. Christopher Lee entrañable, ahora que nos das el susto discretamente con tu muerte verdadera: te agradecemos tanto haber pasado miedo de mentira para lo que pasaron otros...Todos aquellos que, acaso sin saber de ti, sufrían el espanto de verdad. Se les imponían monstruos de grandes maquinarias bélicas, desplazamientos masivos y humillaciones sin fin. Al lado de aquello tus películas les habría producido risa.





jueves, 11 de junio de 2015

Agudización













Otra duda. Vamos comprobando, aunque no tanto sentenciando jurídica y penalmente, que la corrupción es parte de la consolidación misma de nuestras sociedades, le digo a Walden. ¿Parte sólo?, salta él. Si cada vez se muestra más aguda. Yo diría que está en el meollo de los grupos sociales y, por lo tanto, de nuestras conductas, pues todos nos reconocemos ávidos de tener y disponer y nos acomodamos al mejor amo. En función de ella se acomodan las ideas, se rebajan aspiraciones, se traicionan las causas nobles, se negocian comportamientos y vidas y se ajustan las bases trucadas de la convivencia. Deberías saberlo tú muy bien, que vienes de un tiempo en que absolutamente todo dependía del fomento de las clientelas y del intercambio usual de favoritismos, y el que no entraba en el juego era marginado. Nosotros mismos, en mayor o menor medida nos hemos beneficiado o bien hemos resultado perjudicados si no participábamos en las reglas del juego corrupto. Lo estúpido, le digo, es que hayamos creído que había instancias al margen, no puras necesariamente, pero menos pringadas y por lo tanto más honestas, en las que aún se podía confiar. Yo aún afirmaría más, insiste Walden. Que todas aquellas parcelas sociales, llámense instituciones, congregaciones o asociaciones tribales, que más pregonan y se reclaman de los valores morales y limpios suelen ser las que más esconden. Acaso ése fue el principio de la publicidad, le digo yo.




 

miércoles, 10 de junio de 2015

Una duda (o dos)




Una duda que no es ni metódica cartesiana ni de Kierkegaard. ¿Se puede ser futbolista number one, de éxito y reconocimiento, producir con su habilidad tantos beneficios al club y a la vez ser ladrón, en su modalidad de defraudador fiscal?  

La otra duda: ¿por qué la afición no parece querer ver esa parte del fraude tributario de un héroe de los tripletes, en la que los aficionados como ciudadanos contribuyentes pierden?

Como indignado nunca entenderé (quiero decir más bien aceptaré) la estupidez de los de abajo siendo permisivos con los indignantes.


martes, 9 de junio de 2015

Asperezas





Cuando se asquea, Walden concibe la prensa -y en general todo lo mediático- como un desagüe. Por ese cilindro más ancho o más estrecho se vuelcan toda las porquerías humanas. No las originales, los excrementos innatos producidos por los individuos directamente, sino aquellos que han operado transformación para el consumo posterior de los mismos que los generan. Esa es su opinión áspera y llana. ¿No son las deposiciones de otras especies el abono que fertilizará los alimentos que consumen los hombres? Así la nutrición de las ideas, las opiniones generalizadas y los estereotipos admitidos tienen lugar en base a las propias boñigas intelectuales (es un lujo desmesurado llamarlas así) que los fieles presentes producen. Hay composiciones, químicas, marcas y elaboraciones varias que facilitarán la ingestión y asimilación. También hay gustos, platos preparados, precocinados para aceptaciones o rechazos del metabolismo, con gluten, sin gluten, etcétera, como lo que forma parte del resto de las comilonas que la especie se zampa. La clave de la alimentación del espíritu y la inteligencia, dice mi abrasivo amigo, es el conducto a través del cual nos llega todo lo que algunos desean que nos llegue. Eso me recuerda lo del embudo y su famosa ley, le digo sarcástico. Con la diferencia, dice él, que lo tragamos selectivamente. Es lo que tiene la alimentación mediática. Su oferta formal amplia de platos. Aunque si eres muy exigente te darás cuenta de que todo sabe igual.

Después de soltarme su discurso acerbo, Walden coge la prensa y se va al retrete donde el ciclo informativo sigue su curso.




lunes, 8 de junio de 2015

Aridez
















Despertar árido. Sin que una palabra se deslice hasta mis labios a través de los canales de la garganta. Sin que sentimiento alguno fuerce a definirme. Sin que una emoción me ponga en alerta. Como si se hubiera producido una congelación o un bloqueo en los vericuetos intrincados de mi adentro. O yo me hubiera marchado dándome el portazo a mí mismo. Llega apenas un ligero eco de situaciones soñadas, imposibles de ser reconocidas. Tratan de romper aguas ciertos recuerdos del día anterior, por los que no me decido. Acecha la agenda para las horas que se abren, sin ganas de abordar planes ni quehaceres ni contactos con nadie. Objetivo reflejo: permanecer en un estado de aridez total, que solo ceda a funciones biológicas imprescindibles. Sentarme ante un paisaje imaginario donde las circunstancias no exijan, el reloj no se imponga, los individuos no incordien, los nervios descansen, los pensamientos no me agiten. Conseguir que más allá de la batería de actitudes habituales me aísle de la socialización obligada. Y es que en la aridez hay vida pero no movimiento. Algo que no suelen entender los humanos ni otras razas mutantes. Pero que la especie de escarabajos a la que pertenezco comprende muy bien.



(Fotografía de René Groebli)


domingo, 7 de junio de 2015

Advenimiento bárbaro





















Probablemente cierta clase de etnólogos y folkloristas occidentales no se ruboricen con las costumbres de Arabia Saudí. Probablemente ciertos sectores de católicos nostálgicos añoren prácticas inquisitoriales. Probablemente los partidarios del goulag estalinista y los nazis entusiastas de los campos de exterminio, que aún los hay, se deleiten al ver cómo cunden en nuestros tiempos prácticas de daño al cuerpo y por lo tanto al pensamiento, a los derechos y a la vida emocional de los individuos. De mano de la Justicia, además. Raef Badaoui, el joven escritor y bloguero árabe ha sido condenado de manera inclemente por la autodenominada justicia saudí. Su esposa Ensaf Haidar ha informado que la sentencia en firme condena a Raef por "insultar al Islam" a diez años de prisión, diez años de prohibición de salir del país y mil latigazos, más una multa de doscientos sesenta y seis mil dólares. De poco ha servido la campaña internacional que trataba de salvar a Raef Badaoui y la libertad de expresión en aquel país. Con Arabia Saudí  -y los intereses y estrategias occidentales que la respaldan-  se ha topado. Nuevo advenimiento, y suma y sigue, de la barbarie en uno de los Estados que alardean de prosperidad y chantajean al mundo con su control de los recursos energéticos. Como si los tiempos modernos y cambiantes no existieran. Y si alguien duda, que pregunte por la condición de la mujer en aquella península.




viernes, 5 de junio de 2015

Anterioridad





















La anterioridad es un estado que se convierte en posterioridad cuando deja de recordarse. En aquel preciso instante un viaje en haiga, por ejemplo, sucedía en un presente aún expectante, como es de rigor. Toda expectación lleva implícita ilusión, entusiasmo e incluso euforia. Yo, afirma Walden, lo vivía todo y en ocasiones ponía de modo reflejo el listón tan alto que cuando la euforia no me concedía lo emocionalmente previsto pegaba un traspiés y me venía abajo, sabiendo entonces lo que era sentir pena. Naturalmente, me acostumbré a que no siempre se puede lograr un estado real del cuerpo como resultado de un estado emocional y afectivo estimulante. Que los hechos (la realidad) y las aspiraciones (el deseo) suelen ser caminos disociados. Y que cuando éstos se encuentran, por azar, el golpe favorable nos coge tan desprevenidos en su expresión de alegría como anteriormente pudo causarnos la de pena. La anterioridad, insiste mi amigo, es una especie de carpetazo, cuya pluralidad no la cambia de estado. Algunos viajes más he hecho y aún los sigo intentando, aun sabiendo que lo que realice hoy mañana será archivado a su vez. Y gracias si la memoria me proporciona el placer de sentir que uno ha vivido. 

A veces Walden me parece el hombre con más fe en sí mismo que pueda cundir en este mundo atroz en que los olvidos se imponen con una ligereza desafortunada.




jueves, 4 de junio de 2015

Asignación













Siempre me admiró el detalle de Epicuro en su testamento, comenta Walden. Entre sus abundantes bienes dejó dicho: que todos mis libros sean entregados a Hermarco. Por supuesto que también le dejó otros bienes, sobre todo la cesión del Jardín y sus dependencias, aquel ámbito donde se cultivaban en filosofía. Pero ese matiz sobre los libros me pareció extremadamente hermoso. Porque, dime, ¿cuánta personas que conocemos y que tienen en sus casas bibliotecas, de mayor o menor envergadura, son capaces de dejar claro en un testamento quién debe heredarlas? Más bien hemos visto escenas terribles, así lo considero yo, tras el fallecimiento de aquél que reunió cierta suma de libros. Visitas de libreros de lance que pagaban cuatro perras, que señalaban las estanterías por metros, que incluso ofrecían algo al peso. Walden se ha quedado callado y yo aprovecho para decir una blasfemia. Pero, amigo mío, le digo, si después de muerto te va a dar lo mismo. Él me mira no con simples ojos de censura sino de irritación. Luego muda su rostro, se relaja y me responde: ciertamente los libros que he leído vendrán dentro de mi mente ausente a formar parte de mis cenizas. Pero uno no quiere condenar a la orfandad a tantos autores y personajes que pululan entre las historias de los hombres. Tendré que ir buscando un remedio porque dejártelos a ti, de edad semejante a la mía, no resolvería el caso. 

Luego ha pasado lentamente la mano por el canto de los libros de un estante, como cuando un niño arrastra travieso la mano por una pared encalada.




miércoles, 3 de junio de 2015

Apariciones















Las palabras más inesperadas, las ideas más repentinas, lo anhelos más intempestivos, las acechanzas menos deseadas, las ocurrencias más insólitas, las fobias más horrendas, las ingratitudes menos confesas, los goces más asombrosos, las miradas interiores más inverosímiles...todo eso suele tener lugar en el vestíbulo del sueño y, como todo zaguán que permite acceder a una casa hace de entrada para tomar posesión de ella y hará también de salida cuando el alba raye el cuarto obscuro donde nos habremos confundido con nuestros presentes y sobre todo nos habremos inquietado con nuestros ausentes, la mayoría de los cuales, redivivos y pretendiendo el alcance de nuestra prolongación física, seguirán rondándonos en las primeras horas desatinadas del nuevo día.



(Fotografía de Josef Sudek)



lunes, 1 de junio de 2015

Áspid



Despertar con una palabra bella en los labios. Áspid. No puedo explicar por qué es la primera voz que se abre paso en mi día. No he soñado con serpientes, o eso creo. Suena bien, mejor que en sus antecedentes griegos o romanos. También el animal al que se designa de ese modo es hermoso. Pero siempre que se menciona el animal o la palabra se piensa en su defensa. Y su veneno no las afea. Algo que no puede precisamente aseverarse de un individuo humano. Me niego en el futuro a utilizar el vocablo para designar alguno de los comportamientos más malditos de entre los de mi especie.



(Fotografía de Lee Jeffries)