"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 28 de febrero de 2013

No hay manera



















ay, las armas...siempre las armas...hacer poder de ellas, ese maldito destino de la humanidad...y luego ese desprecio por construir la paz si no se quiere que sea como algunos desean: una paz de silencios, una convivencia de aceptación, un sistema de reglas del juego descafeinado y sometido a unos pocos, una manera de vivir donde la falsedad y el cinismo tengan tribunas que se expresen, y donde el argumento, la veracidad y el cuestionamiento de los hechos innobles no puedan tener lugar...¿es eso lo que quieren?...¿no hay manera de que algunos individuos evolucionen?...¿para esto reciben percepciones públicas, para no entender nada?...no sé por qué a ciertos hombres les gusta vivir siempre en las tinieblas, en el lado oscuro, en la superioridad...¿y luego lo llaman servicio a la comunidad?...¿servicio a la patria, qué patria?...¿sabrían lo que es eso sin una paga, además considerable?...si al menos hablaran con lenguaje sencillo, verdadero y adecuado a lo que necesitan la mayoría de los hombres...pero persisten en sus trasnochados y absolutos conceptos...sus verdades son otras verdades, no las verdades...el mundo no gira como sus mentes febriles y negadas pretenden...bilis en lugar de pensamiento por todos sus poros...palos en las ruedas de la ya de por sí costosa y difícil convivencia entre hermanos...  

hoy no sé escribir si no es con puntos suspensivos...y además, qué curioso, tengo la sensación de estar haciendo una redacción de hace cincuenta o cuarenta años... me entra tristeza...no puede ser que el pasado vuelva...los historiadores competentes dicen que la historia no se repite, y añaden que lo que es una constante es la naturaleza humana...es verdad...busco una fotografía para ilustrar la entrada...no, no quiero poner de cabecera de este texto una foto siniestra...me niego a conceder un símbolo acorde con el contralenguaje por excelencia, el de las armas y las instituciones consagradas a ellas...busco otra cosa...ya está...rescato una maravilla del escultor zamorano Baltasar Lobo (buscad en internet, por favor, quien no lo conozca)...un canto, una evocación, una exaltación digna...¿una maternidad?...sí, en toda la extensión del concepto...la madre vida, lo opuesto a la barbarie...la madre juego, lo opuesto a la masacre...la madre que hace crecer, lo opuesto al cercenamiento de los hombres  

se pone a nevar, no me parece nada bonito, no me alegra, con esos copos sibilinos que si cunden lo ocultan todo, es como si cayera la noche, noches blancas que decía el escritor ruso, y más cuando uno lee noticias como ésta:

http://politica.elpais.com/politica/2013/02/27/actualidad/1361994938_586044.html



domingo, 24 de febrero de 2013

Cuida todo lo que amas















'Cuida todo lo que amas' es el título y el estribillo de un poema que Gareth Evans dedicó hace ocho años a John Berger. Aparece como introducción en el libro Con la esperanza entre los dientes, de John Berger. Una plegaria hermosa donde late ilusión y bonanza. Porque cuando un hombre quiere lo mejor para otro hombre, la vida en la Tierra está más cercana al Paraíso.

Me he sentido estimulado por dicho poema y he querido hacer un desarrollo para mí mismo, y por si queréis compartirlo ahí va lo que he escrito:  


Ama cuanto merece
ser amado

ama la raíz
                 la húmeda oscuridad que pare
la roca virgen
                     y el tallo que nace
a la luz para ser todos los bosques

ama la fronda que te protege
                                           tú
que eres árbol pero no el único

ama y no desprecies cuanto aún no ha sido arañado
por la codicia de los hombres

o cuanto a pesar de la mano cruel del abandono
traslada briznas de bondad
                                        que no renuncian

la frágil resistencia de los niños
el cansancio de los ojos más tristes que ya no saben mirar
el imparable curso de la savia
en los labios no probados
la perseverancia en sobrevivir
de aquellos hombres castigados por desear sin desmayo
                                                                                    un mundo donde quepan
todos los seres    

nunca te canses de amar
                                     la lágrima opaca de tu padre
ante tus extravíos
ni la caricia de una madre que le disputaste
a él en un combate ciego
                                     del que no fuiste ganador

ama el reconocimiento de cuantos individuos
                                                                  cercanos o transeúntes
de tu vida
han hecho algo generoso por ti

ama el aprendizaje
                            todos los aprendizajes
incluso los que aún no has iniciado

ama la búsqueda
                         y a quienes se alían con otros
para indagar sobre la formación de todas las materias
incluida la sonrisa

ama el dibujo de unas manos
                                           sobre otras manos
dispuestas a convertir el cieno en arquitectura del cariño

ama y cuida ese amor
                                siquiera porque en el último aliento
la fatiga no tenga el rostro de un solo hombre
                                                                    que te acuse




jueves, 21 de febrero de 2013

Día de fruto y fiemo



a veces, con frecuencia si es posible, conviene desalojar la mente de devaneos e ir a tocar la tierra; me pasa que me cuesta; tal vez la costumbre del asfalto es también aburrimiento; y el aburrimiento es freno; pero una vez vas y te sitúas ante la tierra, te postras; simplemente sigues la llamada del suelo que se aleja de la ciudad; simplemente anhelas sentir tus pies sobre la piedra, el barro o la hierba; empapar tus manos y frotarte en sus jugos; en ocasiones vas a una tierra que el hombre ha modificado, pero que sigue siendo la tierra; allí donde parece que existe un pacto para que la mano y la tierra se entiendan; allí donde los frutos no son la destrucción del subsuelo, y tienen nombres; pero te da igual que los tengan o no, porque hablan sin nombres; saben y huelen sin la necesidad del nombre; crecen a pesar de las clasificaciones y las categorías humanas, que son y no son; fui y toqué el fiemo, el mismo nutriente que de niño no entendía, porque venía de otra parte; residuo de animales convertido en alimento de la tierra; en sustancia que sementará la tierra; hermoso y poco reconocido ámbito donde la vida que parecía muerte, deshecho, genera vida; materia abstracta que luego vuelve al animal (aquí también quiero decir humano); maravilloso don de los ciclos vitales; fui y me pareció peregrinar; fui y caí cual creyente del suelo; fui y palpé el estiércol y me vi en él; estaba fría la tierra, poco a poco se mostraba menos yerma; me llamaba su misteriosa entraña; quise entonces descender, convertirme en gusano (el gusano ¿entra o sale?, tal vez un viaje de ida y vuelta como todos los seres); algún día ¿seré estiércol también?, me pregunté; me vi dentro, debajo, entre; me vi dejándome llevar a mundos a los que también pertenezco, mundos que no quiero dejar, que no quiero que me abandonen a la intemperie; ¿por qué reconocemos solo esos mundos como uso y aprovechamiento?, me pregunté de nuevo, siempre perseguido por el ramalazo racionalista; pensé en los animistas,  que nunca traicionaron su fe; pensé en que todas las entrañas se parecen; pensé en que todo lo que clama desde la profundidad acoge y provee; dejé de pensar y metí las manos por los agujeros de la tierra; hasta que algo tiró de mí...



lunes, 18 de febrero de 2013

La supervivencia o su ilusión






hubo un tiempo en que sentía la palabra como sorpresa; aparecía y desaparecía unos días sí y otros no; era una novedad; nunca sabía por dónde iba a llegarme; si formando parte de un título de película, desde una conversación cogida al vuelo o por una cita ininteligible que contenía un pequeño detalle que caía en barbecho; la palabra inesperada sabía rica porque era escasa; también porque se revelaba misteriosa; en su escasez rompía el esquema de todos los demás vocablos; en su misterio seducía para que se entrara en ella; para que se la dejara entrar; aquella palabra que llegaba por sorpresa me hacía pensar, una vez se había quedado circulando por alguna de mis venas; la repetía, pero no como un salmodio, sino como un beso; creo que había ocasiones en que la palabra había sido expresamente inventada para mí; nadie más la conocía; había amanecido con ella en mis labios; gustaba de estrenar humedad con la palabra inventada; por las noches habitaba con ella; las palabras de la noche son siempre más secretas, porque nos concentramos más en ellas; porque la noche propicia la intimidad con nuestras propias palabras; también era cálida, pues incluso su aspereza o su rigor alteraban su clima si se la aceptaba; la palabra casual hablaba conmigo y yo la tanteaba; aprendí a entregarme a la palabra voluntariamente; nada era tan elegido por mí como aquella entrega; una entrega que no me exigía renunciar; a diferencia de otras propuestas que el mundo adulto hacía al niño, exigiendo el cambio, insistiendo en la renuncia de la propia inocencia, la palabra ni siquiera me pedía que me entregara a ella; yo olía su sangre, yo probaba su carne, yo sentía su roce; me esforzaba en hablar con mis propias palabras; reflejo o pasión, soledad o encuentro, la palabra era generosa conmigo; se me devolvía multiplicada en gratitud; todo el saco de vocablos que nos ponían cada día de forma obligatoria entre nuestras manos nos hablaban de realidades lejanas; algunas a mí me parecían excesivamente remotas, aunque a fuerza de repetir, y de acatar, se me incorporaran hasta hacerme creer que las cosas nombradas, los paisajes citados, los números repetidos y las plegarias monótonas eran mi mundo; pero yo sabía que la palabra novedosa, la inventada, la que acariciaba, solo esa clase de palabra era la que me decía lo que había dentro de mí; me hago cargo, ahora que lo veo en el recorrido atroz  -atroz porque el paso del tiempo es una atrocidad, simplemente por eso-  percibo que una sola palabra podía conjurar mi distancia con el mundo; ¿porque me acercaba a él?; no, porque me mantenía en el mío; porque solo la supervivencia podía ser posible en la fecundidad de una sola palabra caída como simiente sobre mi cuerpo surco; todo el caos que me rodeaba  -es caótico cuanto no se entiende, cuanto no llega, cuanto no es tuyo-   lo revestían de orden; en el fondo jamás me lo creí; tantas cuantas veces repetía las omnipresentes letanías del orden tanto o más desasosiego generaban en mí; me martirizaban; anhelaba la noche o la niebla o o un rincón o el cobijo de una higuera o simplemente correr para ser fulminado por una palabra rayo; toda aquella serie de palabras novedosas, imaginadas, inventadas, besos, caricias, simientes o rayos, fueron quedando en alguna parte sin nombre de mí; espacio recóndito; territorio escondite; estancia de puertas falsas; sala laberíntica de espejos desfigurados; espelunca inexplorada y profunda; cuanto quedaba en mí me hacía; aún sigo buscando en mi interior la palabra reveladora de cada día; gota, miga o resquicio de luz; o como dice Tomás Segovia en un poema tenaz y posibilista como pocos:

Mientras no quiera el tiempo
Dejarme de su mano
Saldré cada mañana
A buscar con la misma reverencia
Mi diaria salvación por la palabra.




(Imagen fotográfica de Fan Ho)

viernes, 15 de febrero de 2013

Al pan, pan, y a la palabra...la adecuada




















¿Aportaciones al abecé del sistema? Qué va. Más bien, avisos al sistema. Porque el sistema tiene el vocabulario en sus entrañas. Lo que ocurre es que oculta una parte del mismo, aquel que mejor le define, y saca a relucir solo la parte que le beneficia, y lo hace con fines espurios y manipuladores. Devaneos de un moderno Peter Pan, en su blog, me dio la pista; así que le robo la idea y me pongo a buscar la riqueza de la palabra, expurgando en aquellos términos de máxima actualidad. De alguna manera trato de ampliar lo que en dicho blog se inicia. Mezclo, pues, sustantivos y adjetivos que creo definen en este momento histórico la esencia  del sistema y de sus agentes. Son términos que retratan a personajes de gobierno y a su clientela, y también las conductas y prácticas con que esos aprendices de brujo tratan de someter a la sociedad. Propongo extender su utilización, eso sí, pertinente y adecuada. Porque el lenguaje, o se usa o muere. O libera, o aliena y esclaviza. Y si las perversas acciones están extendidas tendremos que aplicar el lenguaje acorde con ellas. El hipócrita recurso al eufemismo, al circunloquio o a lo contrario de lo que se quiere decir, que tanto practica el Gobierno,  debe ser combatido. Al lenguaje necio, oponer lenguaje significativo. Al lenguaje siniestro, lenguaje bienintencionado. Al lenguaje ambiguo, lenguaje preciso. Al lenguaje confuso, lenguaje claro. Al lenguaje inadecuado, lenguaje oportuno. Al lenguaje patrimonial, lenguaje amplio y participado. Al lenguaje de cortijo, lenguaje democrático. Al lenguaje desusado, lenguaje rescatado. Así que el juego está abierto.


A. Aviesos, aciagos, arteros, afanadores, altaneros, abominables, anuentes, aduladores, ambiciosos, asfixiantes, aprovechados, asidos...afaneta...abobinables...

B.   Babosos, bacinados, bribones, barateros, bárbaros, burdos, blanqueo, bofetón, botín, basura, befa...bergant...

C.  Caciques, comprables, censuradores, canallas, cínicos, calumniadores, cutres, camanduleros, calaña, camarilla, chupones, chungos, chacales, cizaña, chequera...ceballot...carantamaulas...contumeliosos...

D.  Dañinos, delatores, delincuentes, demoledores, deprimentes, delatores, descarados, desvergonzados, doctrinarios, dureza, doblez...desvergonyit...destructivos, delictivos...dantesco...

E.   Enfangados, engañadores, engreídos, enrevesados, enriquecidos, esclavitud...escanyapobres...entrañaputas( ¡!)...esperpéntico...

F.   Falaces, facciosos, fatuos, falsificadores, falsarios, fiasco, finanzas, fechoría...filibuster...

G. Gandules, gusarapos, guarros, grandilocuentes, galopines, gafes, golfantes, granujas, guerra, guarrada, gatada, guarida...galtes...grotesco...

H. Humillantes, hostigadores, halcones, haraganes, huevones, hediondos, holgazanes, hurones, horda, hartura, hastío, herrumbre, hiel...hipòcrita...hez...  

I.  Intransigentes, inmovilistas, infames, intrigantes, ignominiosos, incompatibles, ineptos, instigadores, inefables, incumplidores, impúdicos, insalubres, insidia, interdicto, infortunio...indesitjable...


J.   Jetudos, jodidos, jactanciosos, jineteras, jaez (mal jaez), jungla, jerarquía...janfotre...

K. Kafka. (ahí, Devaneos estuvo genial)


(y seguirá...o seguiréis)

Y como veo que cunde la propuesta y que hay visitantes que acogen mi idea, algo que reconozco que me conmueve, voy a ir incorporando las aportaciones. Por supuesto, también se pueden añadir de letras que ya han salido. Y como hay aportaciones en otras lenguas, las voy poniendo también.


L. Ladrones, lesivos, lenguateros, lerdos, letales, liantes, liquidadores, lobos, lunáticos ...lero, llagoter...

M. Mamones, marrulleros, manipuladores, mentirosos, mamarrachos, manejadores, mandones, mangoneadores, mandilones, memos, mefistotélicos, mediocres, mercaderes, meros, mofetas, mofadores, molestos, misteriosos, miopes, mustios, muscarinos...mostrencos, mercachifles, maldicientes, maraña, morralla...malentrenyat...

N. Nap-buf, nyèbit...ninguneadores, 

Ñ. Ñoños (en muchos de ellos es una identidad corporativa)...

O. Ofensivos, ominosos, obscenos...obreüllsobrepticis, obacs...orni...

PPaupérrimos, porquería, pestilentes, postrados, panojas, procurantes, psicópatas de la plusvalía, pasquineros, predadores, pitangueros, protoparaísosfiscales...pòtol...pendejos...

Q. Quisquillosos, quemarropas...quinquis...

R. Roedores, rapaces, rateros...reaccionarios, ruines, rijosos...

S.  Sabandijas, sucios, secos, sobones...sibilinos, siniestros, sectarios...

TTorquemadas, torpes, tarados, tullidos, tenebrosos, terribles, trepas,...tinyós, torracollons, tòfol...

U. Untuosos, ultrajantes, ultras...

V. Vocingleros, vomitivos, villanos, vejatorios, vacuos...

W. Warning: voz inglesa de alarma, aplicable a la casta de los patrimonialistas españoles.

X. Xusma, xitxarel-lo...

Z. Zitzània...




(La imagen es de Max Ernst, de su obra La femme 100 têtes)


jueves, 14 de febrero de 2013

Nombrar a los nombrables





Frente a los innombrables existen aquellos a los que hay que mencionar. Si abres el periódico cada día se verán sus nombres, sus iniciales o acaso un genérico un hombre o una mujer, porque la sangría es cotidiana. Son los suicidas a los que hay que mencionar. Los que no han resistido más la presión del estado de cosas. Los incomprendidos en la muerte (el suicidio es tan tabú para la sociedad, históricamente hablando) y sobre todo maltratados en la vida. Hay que citarles, simplemente, no ocultar su presencia real porque ignorarles es ponernos a nosotros mismos la venda.

Nombrar es más que mencionar. Nombrar es otra cosa que en mi criterio reservo a los que desean la vida. No simplemente la vida por inercia, sino porque intentan mejorarla como si solo de ellos dependiera. Hay que nombrar e invocar a cuantos claman contra el estado de mentira, abuso, humillación y robo a que se está sometiendo la existencia de los ciudadanos. Menciono y reconozco, pues, la desesperación, aunque no la comparta, de quienes en su enajenación final deciden apearse violentamente del vivir. Pero sobre todo, nombro con fervor, eso sí, a todos los que resisten, se agrupan, fuerzan salidas, denuncian, exigen y construyen alternativas.O la vida es de todos o mala cosa. Pero ya no puede ser que solo sea objeto de mercancía, trueque o propiedad de las oligarquías, de sus partidos de derechas y de todo el escalafón mediático y de control social que disponen.

Nombrar a quienes salen a la calle, emiten opinión en la red de internet, acuden a las puertas de los bancos o sedes gubernamentales, protestan ante los delincuentes de guante blanco y de sus instituciones controladas, construyen sistemas de relación humanas de igual a igual. Mencionar a los muertos del abandono constitucional y en parte social, sí; y recordarlos. Pero proclamar sobre todo los nombres y las tareas de quienes se pringan por la vida y se la juegan porque quieren que ésta sea otra cosa.



martes, 12 de febrero de 2013

Una muestra nada pequeña






Recita el poeta Kavafis:

"Vuelve otra vez y tómame, amada sensación
retorna y tómame cuando la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan..."

Unos versos pueden ser unas letras. Pueden ser unos sentimientos. Pueden ser una llave. Pueden ser un camino. Siempre una sensación. ¿Qué mas pueden ser? Una ocultación. Cuando unos versos se imbrican en un individuo pueden ser además un acicate, una compensación o un desarrollo de sí mismos bajo otras formas. Tal vez la exigencia de lo oculto, de lo que se preserva, de lo que desea mantenerse a salvo. Pueden ser incluso el no-nombre. No importa tanto el nombre, o acaso no importa nada, sino lo que se necesita expresar activamente. ¿El nombre? Dice Octavio Paz: "El poeta no es el que nombra las cosas, sino el que disuelve sus nombres". Los nombres no nos pertenecen, no se pertenecen a sí mismos, porque no se reconocen en los objetos. Las cosas existen a pesar de sus nombres, aquellos que concede el lenguaje de modo equívoco. Los seres existen, no obstante las cosas, no obstante sus nombres que desfiguran su esencia. Al recrearse, la poesía buscó la disolución del lenguaje convencional. La poesía no llega para reclutar una jerarquía nominal. O la poesía es deconstructiva o no veremos en el interior del mundo ni en nuestro interior, sin que nos confunda la mediación del nombre. De modo análogo, hay dibujos que no nacen para nombrar al uso, sino para establecer nuevas caligrafías; como hay mapas que no indican territorios establecidos o como no inventamos alfabetos sobre lo ya sabido, sino para lo que no sabemos. La poesía se dibuja de nuevo, se alfabetiza, se representa abstrayendo los nombres. Conformando el sotobosque de los sentidos, que es anterior a las palabras. Es lo que he visto en la obra de Casilda García Archilla. Donde tras la apariencia de las pequeñas cosas descubrimos el valor que contienen en potencia y en acto.

Sobre este tema, descubre nuevos enfoques en:  http://elojoheterotopico.blogspot.com.es/





lunes, 11 de febrero de 2013

La soledad del esposado














Soy un sentimental. Esta mañana he visto esposar a un africano. Su cuerpo contra la pared. El rostro besando, restregando, literalmente el frío encalado. No sé si lo ocultaba por dolor o por vergüenza o al sentirse traicionado por su suerte. Qué soledad la suya. Diez policías y un perro buscando algo. Me he acordado en ese momento de…Cuando era niño los cristianos me llenaron la cabeza de pájaros. ¿Debería matizar que los católicos, los frailes del colegio, los párrocos y sus prédicas? Bah, es igual, ya se sabe. Me llenaron la cabeza de ideas fantasiosas, retóricas, grandilocuentes, salvíficas. Querían con ello transmitir palabras que parecían algo pero que resultaron ser hueras: caridad, perdón, bondad, generosidad, acaso también piedad. ¿Justicia? Se mencionaba escasamente. Palabras que yo me creí. No entendía lo que conceptualmente había tras ellas. Caridad me sugería dar a los pobres (¿por qué hay pobres, mamá?, preguntaba, sin caer en la cuenta de que mi familia era humilde, lo que implicaba que ya percibía que había muchas familias o gente solitaria más desasistidas que la mía) También creí que quienes me hablaban en nombre de principios sagrados e inmaculados eran consecuentes, que ejercitaban con su práctica lo que debían decir y significar aquellas palabras.

Hay una idea que se me quedó grabada durante el tiempo que duró aquello que se conoce en esa religión como fe. Jesús -sí, el Cristo, el vilipendiado, seguido, perseguido, traicionado, negado, torturado, crucificado y olvidado, seguramente el inexistente de la leyenda- puede aparecer en cualquier parte ante vosotros bajo cualquier forma, como un mendigo, un exiliado, un miserable, un leproso. Eso nos decían. Estaréis viendo un pobre, un migrante, un enfermo, un tirado…y puede ser Él. Os pedirá que le ayudéis, y puede ser Él. ¿Qué haréis vosotros en ese momento? Debéis estar preparados para reconocer a Jesús tras cualquier desgraciado. Eso nos contaban los clérigos con ímpetu, generando mala conciencia en nuestro magín infantil. Y yo lo interpretaba al pie de la letra, que es la fase anterior a tomártelo metafóricamente, pero que va en la misma línea. La idea de que tras cualquier ser necesitado de este mundo con el que me encontrara por la calle podría ser Jesucristo me torturó durante algunos años. Luego dejó de preocuparme que el miserable podría ser Jesucristo, pero me siguió afligiendo la existencia del perseguido, el enfermo tirado, el sin hogar. Ya no podría librarme del virus nunca. Tardé en darme cuenta de que los doctrinarios inoculan virus, males, extraños vericuetos que si te los tomas en serio te machacan moralmente de por vida. Siempre me pregunté: ¿creerían los clérigos y doctrinarios aquella historia? ¿Era esencial en su religión o accesorio?

Francamente, hoy me he sentido liberado por no ser cristiano, por carecer ya, afortunadamente, de aquella fe ciega (la que te hace no ser tú para ser de otros) No he visto a Jesucristo en ese africano que seguramente habrá llegado en patera o por una red mafiosa. Me he sentido ciudadano de bien, contribuyente que declara puntualmente y por lo tanto buen pagador de los servicios de seguridad, respetuoso hombre de la Ley y del Orden. Seguramente los agentes estaban procediendo a la protección cívica y yo, paseante ocioso de una sociedad pacífica, me sentía protegido. Pero, ¿y si aún hubiera sido un fervoroso creyente en la religión, que no en el hombre? ¿Y si entonces creyera que el hombre africano, el que tenía mala pinta, el esposado, el detenido, era realmente Jesucristo? Ah, la coartada: es africano, luego musulmán o animista o simplemente renegado. ¿Cómo va a reencarnarse Jesús en un personaje de tal calaña?

 No me crean. Que nadie me crea. Tengo ganas de enredar. De ajustar cuentas con las falacias del pasado que uno, afortunadamente, cree que las tiene superadas, aunque no hay que fiarse. Ya veo que se repiten los viejos chistes con caras nuevas. La escena de calle de esta mañana me llevó a imaginar la soledad del esposado, al que yo miraba y el cual apartaba su mirada de mí, probablemente por dignidad, por asco, por odio, y en que los orines le resbalarían por sus muslos, en su individualidad que se iba convirtiendo en carne de presidio o de algo peor. Pero es que además en quien realmente pensé al ver al hombre esposado, al hombre cuya dignidad se le supone, era a cierto innombrable que se llevó veintidós millones a Suiza y que sale en los medios estos días. Y pensé en todos los de su hatajo, en los defraudadores al fisco, en los que hacen negocios con dinero negro, en los que sostienen su partido con dinero sospechoso, en los empresarios que no pagan a sus empleados o a los accionistas que clausuran empresas, en los financieros cuya codicia tenemos que seguir nutriendo. Pensé en quienes, a patadas, se va sabiendo cada día de sus delincuencias organizadas. Sin que jamás les veamos cara a la pared, esposados, condenados. ¿O también tendría que ver tras esta serie de personajes de la España esperpéntica al hijo del dios hecho hombre?



(Fotografía de Carlo Gabuco)



domingo, 10 de febrero de 2013

viernes, 8 de febrero de 2013

Los innombrables





Desde hace tiempo me viene obsesionando hallar un nuevo término para designar a cierta gente (cierta clase, cierta casta, cierto gobierno, ciertas instituciones, ciertos personajes, ciertas conductas) He procurado evitar nombrarles, y de hacerlo intenté  -salvo lapsus del momento apresurado-  que no fuera por nombre propio ni por nombre común. Para mí son, pues, innombrables. Puesto que ellos se apropian de casi todo y nos niegan casi todo, yo les niego el derecho a acceder a su reconocimiento a través de la renuncia a aplicarles el vocabulario de la lengua establecido al uso. Puede que mi proposición sea un boicot a la gramática normativa, pero pretendo con esa actitud un desquite moral que me da la gana arrogarme. Pues bien, desisto ya de seguir tras un sustantivo o un calificativo que les señale, más que defina. Si alguna vez se me ocurre alguno, ya lo diré. Desisto, digo, porque mi satisfacción la he obtenido por una parte más sabia y erudita   -también lujosa y rica en acervo-  que la que pueden concederme mis entendederas. Creo que ya existe un término adecuado desde hace tiempo. Lo proporciona el Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias Orozco, que se editó en 1611, en su acepción canalla.






"Canalla. Junta de gente vil, induzida para alborotar y dañar, a donde entienden que no han de hallar resistencia, pero si ay quien les haga rostro, no tienen ánimo para esperar, y esta es la razón porque la multitud de gente en los exércitos enemigos no debe espantar, si son viles y mal disciplinados, ni confiar en los nuestros, aunque excedan en número a los de Xerxes y agoten los ríos, si para beber se echan de bruços, como los que deshechó Gedeón, y venció con los pocos que en pie bevían, arrojando con la concavidad de la mano el agua a la boca. Díxose canalla de can, perro, porque tienen éstos la condición de perros, que salen al camino a morder al caminante y le van ladrando detrás, pero si vuelve y con una piedra hiere a alguno, ésse y todos los demás buelven aullando y huyendo. Algunos quieren trayga origen del nombre congregatis, de cahal, cahalla, y de allí, con alguna corrupción, canalla; pero del verbo cana, texere, operire, ocultare nomen alicuius, parece más a propósito, porque la gente de canalla es innominada y sólo la referimos con este nombre genérico, sin hacerles tanta honra que los nombremos y queden famosos, aunque sea infamándolos. O del verbo emere, porque se alquilan éstos y se venden, y en fin, como gente alquilada no hacen cosa de honra, porque sólo atienden a su provecho."


En resumidas cuentas, la acepción de Sebastián de Covarrubias resalta varias condiciones del carácter de tal figura llamada canalla: gente vil, gente perra y gente innominada. Es especialmente preciosa y precisa, cual la vida misma, esta representación: "la gente de canalla es innominada y sólo la referimos con este nombre genérico, sin hacerles tanta honra que los nombremos y queden famosos, aunque sea infamándolos."






jueves, 7 de febrero de 2013

Expulsados






















Concebida, pues, la vida como expulsión, aquellos seres se instalaron entre otros seres. Entre otras especies, en otros territorios, en el deslumbramiento, en el éter, en las tinieblas. ¿Cabría esperar de ellos lo que no se había esperado de cuantos habían poblado anteriormente el paraíso del vacío? No vinieron para tomar el relevo de nadie, aunque muchos los acogieron. Se acoge por deficiencia, por necesidad, por debilidad, por obligación, por imposición, porque no hay más remedio. Hubo quien dijo que también fueron aceptados por generosidad. Pero la generosidad en solitario no existe entre los pobladores comunes del planeta acostumbrado. La caída de los que llegaron recordó otras caídas anteriores. Cada habitante pensó en sí mismo y tomó la faz del visitante. Visita nada circunstancial, aunque sí casual, aunque sí inevitable. Del caos del vacío se pasó al caos del abigarramiento. Todos, pero no cada uno, se nutrieron desde entonces de todo. Llegaron a buscar su alimento más allá de la exuberancia de cuanto emergía del paisaje. Tantas formas con las que creyeron alimentarse y que a la postre supusieron veneno y septicemia. Las magias, las religiones, los corpus animistas, las ideologías, las conclusiones filosóficas inconclusas, los torpes conceptos absolutos, los sublimes cantos a la cultura, el fetichismo de la técnica. Productos que regurgitaron y que volvieron a deglutir tantas veces cuantas su incapacidad se lo exigía. De la primera expulsión a la expulsión cotidiana. Que nadie se crea a salvo en el planeta de la costumbre. La dieta se sigue componiendo de sus olores, sus flujos, sus cosquilleos, sus picores, sus placeres, su dolor.

 

http://tulaevanescente.blogspot.com.es



martes, 5 de febrero de 2013

El presentimiento




Obra coral del momento histórico. Entre el paro y la inactividad viene surgiendo desde hace un tiempo esta figura social en el panorama del Ruedo Ibérico. Si no fuera de la carne y materia de los hombres, diríase que se trata de una figura más del estilo literario. Pero no. Arrojada a las tinieblas exteriores por los cierres de empresas, la deslocalización de las mismas, la flexibilidad y disminución de plantillas y la negrura de un panorama laboral cuyo paisaje se ha difuminado y pertenece al pasado, la gente se busca la vida. Y el sistema, dispuesto siempre a la circulación pura y dura del dinero por territorios escabrosos, vende todos los días la imagen de que hay un hueco para todos. Eso sí, con capital de por medio. Sin poner un capital equis eres una mierda. Más allá, ya se encarga todo un aparato de publicidad e ideología, efímeros probablemente, de incitar, alentar y proporcionar ilusiones sin fin a los jóvenes y a los adultos de edad avanzada a los que no se acepta ya para trabajar por cuenta ajena. Mientras, el gobierno de la nación de los pudientes se rasca las narices, porque ni sabe ni quiere ni tiene intención de hacer otra cosa. 

Encuentro en la red un grupo activista que ejercita la crítica sobre temas del momento. Se llama http://elpressentiment.net/ , del que tomo prestado este libreto cargado de amarga ironía. Tal cual la vida misma.



domingo, 3 de febrero de 2013

indignata y resistenta



















Indignata

Un presidente de gobierno de Estado que comparece pero no se deja preguntar. Un señor que emite sus particulares sonidos pero no habla. Que dice hablar pero no explica. Que no explica y da a entender así que oculta. Si no se deja siquiera hacer preguntas por los periodistas es que tampoco tiene intención de someterse al lógico procedimiento democrático: responder en el Congreso a los diputados de todo el arco parlamentario. Un presidente que no da la cara y menos el corazón cuestiona el sistema democrático. Y a su vez la maltrecha democracia española, en lo que la queda de dignidad que ya no de dudosa eficacia, le pone en cuestión a él. La actitud del presidente ayer fue de energúmeno. Hay dos maneras de ser de este pelo: agrediendo y coartando. Ayer eligió la segunda, una actitud de nulo civismo democrático. Entonces, ¿cabe ya esperar algo de este presidente que incluso está puesto en duda dentro de su propio partido? Y sobre el que ahonda la sospecha social sobre él y los suyos. En esta situación extrema solo cabe esperar la respuesta cuerda, obligada y en su derecho de la ciudadanía, a través de cuantas manifestaciones públicas puedan activarse.

Resistenta

El periodismo debería haber tenido ayer otra actitud. Debería haber recuperado, si aún es algo, su carácter de cuarto poder: el fiscalizador, el informador, su función originaria que sirviera para desbrozar las malas hierbas que no dejan ni ver el camino ni avanzar por él. ¿Cómo? Simplemente no asistiendo. La prensa, si aún tiene un margen de independencia  - algo también cuestionable cuando se sabe de subvenciones y tratos de favor que les conchaba con los poderes caciquiles-  debería ser más enérgica y eficiente. Si un presidente no se deja hacer preguntas no se va a su rueda de prensa. Que hable el presidente con sus fantasmas. Que se busque sus voceadores. Pero que nadie de los medios le baile el agua. Cuando un presidente no explica es que no desea la verdad. Si no hay verdad el ciudadano es despreciado y tratado como súbdito. En este sentido, el periodismo debería cambiar de táctica. Posicionarse sobre si defiende los intereses públicos. Boicotear aquellas llamadas del poder y de sus gobernantes que no contestan a la exigencia colectiva. Los ciudadanos queremos saber, compartamos o no las razones. Si no se nos va a decir lo que necesitamos saber mejor que el mensajero se quede en casa. Al menos no será cómplice de la miseria política y moral de quienes gobiernan.



(René Magritte, autor del cuadro)